
Es tiempo de trasiego de los esquemas de siempre a esquemas nuevos; de viejas estructuras de los medios de comunicación tradicionales que se sustentan en el esquema de un emisor con múltiples receptores.
A un estadio en el que, aunque perviviendo la unilateralidad del proceso comunicativo de 'toda la vida', surge con fuerza los nuevos medios participativos o medios sociales que apuestan por el intercambio, la interactividad y la creación del conocimiento compartido.
El resultado es que los comunicadores nos situamos ante un panorama en el que la seña identificativa más destacada es el gran incremento de los medios y, por lo tanto, de los contenidos.
En éste contexto, pasamos de ser mediadores a ser creadores de contenidos que generan notoriedad o son punto de referencia, como afirma Richard Edelman en su blog.
El dejar de ser meros mediadores de contenidos es debido a que esos contenidos empiezan a ser más sofisticados.
Es aquello de saber crear un vídeo original en You Tube o de tener presencia notoria en Twitter al tiempo que se cumplen con las rutinarias ruedas de prensa o notas de prensa.
La cuestión es por lo tanto que tenemos que saber crear y luego distribuir aquellos mensajes que provoquen interés y que, a su vez llamen a provocar más interés aún.
Esto es mucho más que generar informaciones corporativas que se envían de forma fría a través de e-mail a las redacciones de los medios de 'toda la vida'.
El plus de la estrategia es también un hecho a tener en cuenta por su puesto. Pretender aumentar la producción de contenidos de referencia que estimulen el diálogo y la conversación, exige de los comunicadores la necesidad de potenciar su lado estratega, entre otras cosas.